Hoy voy a hablaros del perdón, pero del perdón cotidiano, el de las pequeñas ofensas, esos malos entendidos que separan, esas palabras que hieren, ese orgullo y resentimiento que repiquetea de vez en cuando en nuestro interior y que no permite que el equilibrio y la paz aniden en nuestro interior.
Creo que es importante y muy necesario saber cómo perdonar y ser perdonado para no ir cargando con ‘material extra’ a nuestras espaldas, ¿No crees?
Cuando me planteé cómo abordar este tema me pareció un concepto que podía tomar una camino tortuoso y complejo (‘el perdón divino’, la religión, las creencias, un curso de milagros, …) y decidí no aventurarme demasiado en lo profundo. Permanecer en la vertiente práctica.
Sé por experiencia que la persona que ha sido herida sabe perfectamente cuánto peso conlleva ese dolor y esa desesperación. Una falta es una falta y una herida duele. Depende de nosotros saber qué hacer con ella. A veces es solo cuestión de tiempo olvidarnos de ese daño y otras veces lo cargamos hasta el final de nuestros días como si de un tesoro se tratase porque le dimos ‘un valor’.
Depende totalmente de nosotros soltarlo o llevarlo en nuestra mochila personal.
Tan solo depende de ti .
Mi deseo es dar una visión más humana y menos dramática para una situación que «toca» a todo el mundo a lo largo de sus vidas.
Desde que asumimos el rol de humano estamos expuestos a que otras personas nos ofendan o nos hieran ya sea por una actitud, por una mirada, por unas palabras mal pronunciadas, o por hechos concretos.
¿Quién dijo que éramos perfectos? ¿Quién dijo que no nos íbamos a equivocar alguna vez?…o ¿Quizás somos perfectos en nuestra imperfección?
La experiencia es solo la experiencia y a veces se acierta y otras no.
Lo que realmente sucede cuando una persona ‘nos ataca’ de cierta forma es lo siguiente:
- o bien lo olvidamos y seguimos adelante. A esto se le llama comúnmente perdonar.
- o bien utilizamos esa ofensa como excusa para crear un caldo de cultivo de algún sentimiento negativo interior que resuena con esa ofensa.
Y es ahí, en ese instante cuando nace el sentimiento de ‘ser vengados’ y de querer que la otra persona «equilibre» de algún modo nuestro propio desequilibrio interior.
Algunas personas ‘hacen pagar’ de algún modo el agravio intentando hacer sentir culpable al ofensor.
Nuestro equilibrio interior depende así de eventos externos. En la vida diaria es normal ofender o dañar a alguien sin ser conscientes de ello. A veces por nuestros propios demonios internos, nuestras dudas, los miedos irracionales, la baja autoestima …. etc, el equilibrio interior se rompe.
Pero, ¿Sabes? Las personas se equivocan, ‘se tropiezan’ con ellas mismas y con los demás, crean caos y dolor, duda y drama … y a esto lo llamo crecer y así vamos llegando a conocernos un poco más entre todos … gracias a estas experiencias.
Es solo responsabilidad de la persona ofendida de liberar ese rencor de su interior.
El otro reflejo egóico consiste en ‘hacer pagar’ la ofensa para poder repararla.
Puedes seguir ofendid@ y amargad@, mirándote tu orgullo y alimentándolo de rencor todo el tiempo que necesites, pero, sea el tiempo que sea, serás exclav@ de ese rencor y cada vez necesitarás más energía para sostenerlo.
No se trata de aceptar o de obviar lo que ocurrió. Estoy de acuerdo que inicialmente podemos vernos sumergidos por el dolor y la ira, pero en algún momento deberías dejarlo ir y perdonar.
Otro tema son las consecuencias derivadas del agravio porque una cosa es perdonar y otra no actuar para evitar que vuelva a ocurrir.
Por otra parte si somos nosotros los que hemos creado el dolor, es importante saber pedir perdón, pero también hay que saber que ‘pedir perdón una vez es suficiente’. Si pedimos perdón de forma indefinida será solo porque la culpa anida ahora en nuestro interior.
Me he encontrado con personas que cada día piden perdón como si fuera un mantra, recordando una y otra vez que cometieron errores … ¿No es agotador? Mi recomendación es que un perdón desde el alma y con todo tu ser es más efectivo que repetirlo por el resto de tu vida impidiéndote ser libre.
Por eso si te han ofendido libéralo en cuanto puedas y no pidas nada a cambio. Lo importante es que tú no te quedes con ese dolor en tu interior. Cuanto menos equipaje más liger@ irás por la vida.
Y si eres tú el que ofendes pide perdón y deja que la otra persona se libere cuando lo crea conveniente y no juegues con ella al ‘esclavo del perdón’ y, por supuesto, intenta no repetirlo.
Intenta siempre avanzar,
- no te entretengas en mirar atrás y en mantener cosas del pasado en tu presente,
- no te entretengas demasiado en el drama de otros o en el tuyo propio
- y no seas muy duro ni contigo, ni con los demás.
Ten siempre un criterio propio.
¿Recuerdas? No somos perfectos.
Son consejos sencillos para una vida más sencilla.
Recuerda quién eres y de lo que eres capaz de hacer con tu vida. De cambiarla y moldearla como más te convenga.
Las mochilas llenas de rencor, de negatividad y de odio pesan demasiado para el día a día.