Cada nuevo año lo iniciamos con una renovada ilusión o al menos así lo creemos la mayoría de personas. A mi especialmente me encantan los nuevos comienzos ya sean unos zapatos nuevos, una nueva idea o una nueva persona que entra en mi vida. Creo que todos los nuevos comienzos son terreno virgen y me gusta pensar que aún nada está desvirtuado ya sea por las dudas, los miedos o los pensamientos negativos.
A la par que iniciamos el año es inevitable echar una mirada atrás para ver todo aquello que hemos logrado e inevitablemente
recordar lo que todavía está pendiente y es en ese preciso momento en que creamos de nuevo la ‘famosa lista’ (ya sea física o mental ) e ideamos un plan de objetivos a conseguir. Depende de lo emocionad@s que estemos será una lista más bien larga que corta. Nos retaremos una vez más a conseguir aquello que nos cuesta muchísimo de hacer: dejar de fumar, dejar de salir con gente que no nos llena, dejar de mentir, perder peso, ir al gimnasio, dormir más, cambiar de trabajo, viajar por el mundo … etc
Y con estos ‘viejos retos’ de siempre iniciamos el nuevo trayecto sin darnos cuenta de que se ha convertido en una rutina, sin percatarnos de que es solo una distracción mental y seguimos sin entender por qué no conseguimos aquello que tanto deseamos en nuestra vida.
Algunos de vosotros diréis que simplemente es un juego de distracción y otros dirán que en realidad no saben cómo hacerlo y que uno se pasa la vida intentando ser aquella persona que cree que debería de ser, pero que no es, y acaba frustrada por tanto esfuerzo desperdiciado.
Yo opino que algunas personas no se han parado a sentir qué es lo que quieren de verdad, cómo quieren ser realmente o cómo quieren vivir. Simplemente cogen modelos de vida y los repiten a lo largo de los años para sentir que encajan en la sociedad, que son como la mayoría y que hacen lo que deben de hacer … sin sentir realmente aquello que desean desde lo más profundo de su corazón, sin cumplir los sueños que realmente les importa … simplemente porque creen que ‘eso no es posible’, que ‘las cosas buenas cuestan tiempo y sacrificio’ y que ‘lo bueno no viene de una manera sencilla y fácil’. Por eso intentan completar una lista ‘imposible’ de cumplir … para recordarles que esa es la ley de su vida y que les marcará por y para siempre.
Mucho he leído sobre cómo conseguir las metas que deseas, cómo tener abundancia en tu vida o cómo atraer el amor, entre otras cosas. Y siempre me he preguntado por qué la gran mayoría sigue sin conseguirlo. Parece que algunos temas se nos atascan y cuesta obtener lo que queremos. La mayoría de los mensajes nos invitan a programarnos mentalmente ya sea con una imagen que colocaremos en un lugar cerca de donde solemos pasar más tiempo para ‘evitar’ olvidarnos de nuestro sueño, o a repetir varias veces al día un mantra hasta que nuestra mente acepte la idea por puro cansancio.
Siento deciros que eso no suele funcionar. Aunque seamos animales de costumbres (porque solemos comer y dormir cada día entre otras actividades) hay cosas que no funcionan igual para todos. Cada uno de nosotros es un ser individual y único, como nuestro ADN, y aunque está bien tener un denominador común para la mayoría de las cosas hemos de buscar aquello que solo sirve para nosotros únicamente.
El gran misterio al que nos enfrentamos es ‘nosotros mismos’. Conocer aquellas teclas que nos conducen a expresarnos tal y como somos aunque corramos el riesgo de no ser como la mayoría, ni como las personas que tenemos a nuestro lado nos “exigen” ser porque es como a ellos les gusta.
En esa vorágine de ser y no ser nuestro Ser se va fragmentando y diluyéndose y cada vez es mas difícil saber quienes somos y lo que queremos realmente en nuestra vida.
Intentamos ‘forzar el cambio’, buscando fuera la razón del por qué, culpando a quien tenemos al lado: ya sea a nuestros padres (porque no nos dejaron ser lo que quisimos aunque de pequeños solo queríamos ser futbolistas o princesas), o a nuestros hermanos (porque siempre discutíamos con ellos o teníamos las expectativas tan altas que nunca llegábamos a un mínimo), a los políticos (porque nos han llevado a la crisis que ahora algunas personas están viviendo) o al jefe (porque nunca vas a escalar más en ese trabajo porque él/ella te tiene manía) o al tiempo (porque no te ha permitido hacer esa salida a la montaña o a la playa que tanto deseabas) …
Querido amig@, da igual los porqué. Siempre habrá excusas para quien las busque. Lo que deberíamos preguntarnos es si nos importamos lo suficiente a nosotros mismos para descubrir quienes somos y lo que queremos hacer con nuestra vida.
Hacernos responsables de nuestra propia vida es tan importante como mantenernos en ella. Es nuestra responsabilidad vivir nuestra vida por nosotros mismos.
Podemos leer un sinfín de libros sobre el tesoro, la abundancia y el amor pero si no entendemos que nuestra vida es nuestra responsabilidad no avanzaremos en las metas que deseamos y tan solo sobreviviremos el resto de la vida que nos queda.
El cuerpo y el alma son una unidad, y en esta unidad radica tu fuerza, tu abundancia, tu vida y tu luz. Todo lo que tú deseas en esta vida parte de ti, y no tienes que hacer nada para obtenerlo porque ya lo tienes. Tú formas parte de Todo lo que Es. Y nada puede haber que no te pertenezca. Esta esa una buena ley de atracción.
No has de esperar que nadie te ‘premie’ por ser quien eres pues tú ya eres el premio. Tú eres todo lo que soñaste ser y en esta vida solo has de manifestar aquello que te llena o te hace feliz. Cuando nos ‘distraemos’ esperando que otras personas nos validen, nos acepten o nos amen o lo que sea que esperes, es cuando nos desfragmentamos y nos perdemos. El Ser se divide y pierde su fuerza y es cuando responsabilizamos al exterior de todo lo que nos pasa y no nos gusta.
Nunca has de perder el Norte de tu Ser. Saber que cada paso que das y cada sentimiento que expresas y cada palabra que dices te pertenece … nada puede romperte.
La confianza en ti mism@ es fundamental para lograr todo aquello que anhelas. Tu alma ya lo diseño contigo y solo has de manifestarlo desde el interior.
La abundancia viene de dentro de ti, te pertenece. No has de pagar nada por ella, ni le debes nada a nadie para obtenerla, ni has de repetir un mantra o leerte un libro mágico … Ya es tuya !!!!!
Así que, por favor, cuando mires atrás al año que se ha ido y te entre un deseo irrefrenable de retarte a ti mism@ por conseguir cosas ‘imposibles’ para el nuevo año recuerda que ya lo conseguiste todo y que solo has de manifestarlo desde tu cuerpo de luz, tan solo respira y permite que tu Ser Superior se haga cargo y tú simplemente disfrútalo … sin esfuerzo … simplemente … porque sí.
Os dejo con una oración de Tobias que simplifica muy bien lo anteriormente escrito.
En mi corazón, acepto mi Ser perfecto.
Acepto que la alegría que he pretendido ya se halla en mi vida.
Acepto que el amor por el que he orado ya está dentro de mí.
Acepto que la paz que he pedido ya está en mi realidad.
Acepto que la abundancia que he buscado ya llena mi vida.
En mi verdad, acepto mi Ser perfecto.
Tomo responsabilidad de mis propias creaciones,
y de todas las cosas que están dentro de mi vida.
Reconozco el poder del Espíritu que está dentro de mí,
y sé que todas las cosas son como deben ser.
En mi sabiduría, acepto mi Ser perfecto.
Mis lecciones han sido elegidas cuidadosamente por mí mismo,
y ahora camino a través de ellas en plena experiencia.
Mi camino me lleva en un viaje sagrado con un propósito divino.
Mi experiencia llega a ser parte de Todo Lo Que Es.
En mi conocimiento, acepto mi Ser perfecto.
En este momento, me siento en mi silla dorada
y sé que Yo Soy un ángel de luz.
Contemplo la bandeja dorada – el regalo del Espíritu –
y sé que todos mis deseos ya han sido plenamente consumados.
En el amor a mí mismo, acepto mi Ser perfecto.
No emito ningún juicio o carga sobre mí.
Acepto que todo en mi pasado fue dado en el amor.
Acepto que todo en este momento viene del amor.
Acepto que todo en mi futuro resultará de un gran amor.
En mi Ser, acepto mi perfección.
Y así es.